Si por causalidad una paloma, de las tantas que hay en la plaza Independencia, se hubiera posado en el último patio de la Casa Histórica, nadie lo hubiera dudado: era el Espíritu Santo. Pero no hicieron falta manifestaciones sobrenaturales. La presencia de altos dignatarios religiosos de todo el país sirvió para transmitir un clamor de paz a toda la sociedad. “La paz no es una idea vaga o un sueño; es una realidad que hay que construir con afán, cada día y con el esfuerzo de todos”, había dicho el cardenal Luis Villalba cuando le tocó el turno en la celebración interreligiosa que se ofició frente al sobrerrelieve de Lola Mora.
Así concluía ayer, al mediodía, el primer Congreso Nacional de Diálogo Interreligioso del país. Un encuentro duró tres días, con la participación de 200 personas, entre los que había dignatarios eclesiásticos y laicos de las comunidades católica, musulmana, judía, evangélica y budista. Antes de comenzar integrantes de la Mesa de Diálogo Interreligioso de Tucumán recordaron a José Alberto Ibrahim, musulmán que trabajó incansablemente por la paz y que falleció el año pasado.
Cinco religiosos imploraron por la paz desde diferentes credos. El cardenal Villalba destacó que “el diálogo es el único camino para afrontar las graves cuestiones todavía no resueltas”. “Que Dios hable en nuestros corazones y nos alcance la gracia de ser constructores de la paz”, rogó. En tanto, el sheik Julio Víctor Mustafá, de la comunidad Islámica, oró al Señor por la paz en árabe y en español.
El padre Juan Manuel Alurralde, de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa pidió especialmente por “los jóvenes de nuestra patria y del mundo entero”, “para que este testimonio de hoy sea para ellos un norte seguro que les inspire sus vidas para el bien y la paz”. También “por los que se encuentran en guerra el día de hoy. Remueve toda hostilidad, confusión y odio. Conduce a cada uno por el camino de la reconciliación”. Y para su patriarcado suplicó “que ilumines al mundo para trabajar arduamente en pos de encontrar una solución política a la guerra sin sentido que toca a Siria, una solución que asegure la paz y el regreso de los secuestrados, los refugiados y los inmigrantes”.
El pastor Gustavo Gómez Pascua, presidente Iglesia Luterana Unida, destacó: “Te pedimos que nos guíes para entender que, cuando nacemos, llegamos a un mundo ya hecho y ya interpretado, y que por eso todas las personas entendemos el mundo con herramientas y con interpretaciones heredadas, que otras personas ayudaron a construir a pasar a las siguientes generaciones. Que esa consciencia nos permita distinguir nuestras perspectivas de tu voluntad amorosa”.
Alberto Zimerman, de la comunidad Judía, dijo que aprender a dialogar es también aprender a encontrarse, unos con otros, y que en eso consiste la vida verdadera, en un encuentro. “Una persona muy querida y conocida, me dijo: En el diálogo tiene que haber una actitud de cercanía y simpatía. Esta produce una especie de caricia social que es la que construye puentes”, recordó uno de los grandes amigos judíos del papa Francisco.
Después de leer una proclama que surgió de las distintas ponencias de los participantes al encuentro, todos los integrantes se abrazaron mutuamente y se dieron la paz. Como testimonio de aquel momento se dejó un olivo para que sea plantado en la Casa Histórica como signo del mensaje de paz entre los pueblos, en el año del Bicentenario de la Patria. Se firmó la proclama y todos cantaron el himno nacional argentino. Bien entrada la siesta, recalentada por un sol impiadoso, muchos regresaron a sus provincias y otros siguieron disfrutando de las empanadas y los postres artesanales.
Los jóvenes se comprometieron a ser portadores de luz en sus comunidades
“Nos convocamos los ciudadanos de la República desde la diversidad plural democrática, a trabajar para afianzar la paz y la búsqueda de una cultura del encuentro, digno, responsable y austero. Una cultura que se consagre a la reciprocidad solidaria, conducida con equidad, igualdad y justicia y que asegure un futuro auspicioso y promisorio, iluminado por la educación. Salud, desarrollo y bienestar para las próximas generaciones”. Este fue uno de los puntos de la proclama firmada ayer por los líderes religiosos reunidos en la Casa Histórica, como broche de oro del primer Congreso Nacional del Diálogo Interreligioso.
“¡Buscamos todos juntos la paz!” fue la respuesta que dieron al unísono unas 150 personas que concurrieron a la ceremonia.
“Nuestros jóvenes se comprometen, con un corazón lleno de apertura, a la escucha atenta del otro, a contagiar la paz en sus comunidades y actividades cotidianas, a la no violencia, a ser portadores de una luz que arrojará a la sociedad futura signos de amor y esperanza. Aceptamos que ellos son los valiosos herederos de nuestros principios”, señala otro de los puntos. También se comprometieron a hacer realidad la educación para la paz en sus distintos ámbitos y con la oración. “Que el modelo de diálogo aquí presente sea modelo de paz y convivencia fraterna para la sociedad en su conjunto”, se dijo. Y reconocieron la importancia de formarse y darse la oportunidad de conocerse en sus riquezas y diversidad, sin caer en un sincretismo religioso, sino respetando su identidad.